Debemos centrarnos en un tema concreto, limitándolo al máximo.
No salirnos nunca de su temática... ¡Hasta su conclusión!
Formular las preguntas con total claridad y absoluta precisión.
Entender los razonamientos del interlocutor antes de contestar.
Responder con generosidad de argumentos y bien expuestos.
No desarrollar el diálogo como un mero intercambio de ideas.
No considerar al debate como combate e intentar ganar al oponente.
No procurar valernos de nuestra habilidad para convencer o vencer.
Analicemos ambos puntos de vista para asegurarnos la realidad.
Merece la pena PERDER nuestra IDEA si GANAMOS VERDAD.
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